El colmo

El viernes fui a un bar de esos que no me gustan, pero por la desesperación y el cansancio -sí, eso de salir por cansancio no es coherente, pero qué se puede esperar del atemorizado Matías- decidí que era conveniente una pequeña escapada a un lugar en el que no me conociera nadie. Vamos que en algunos lo que pasa es que me conocen, aunque no sepan en realidad quien soy.
Y de pronto que la veo, acompañada de un tipo que supongo que la acompaña. Yo la verdad es que no puedo dejar de verla, pero como viene acompañada, no interfiero, pero no dejo de pensar en ella. De pronto, el tipo se aleja de su mesa y me acerco a ella para decirle unas palabras respetuosas.
Yo: Sé que vienes acompañada y no quiero inteferir, sólo quería decirte que eres una mujer muy bonita.
Ella: Gracias, por cierto, él no es mi pareja, es sólo un amigo, y estaba interesado en ti.
Yo: ¿Eh?

Ahora resulta que no sólo tengo mala suerte con las mujeres, pero que tengo buena suerte con los hombres, donde esta tendencia se mantenga, no sabré ya que hacer.